sábado, 24 de septiembre de 2011


En los detalles

¿Cuál es el objetivo de esto? No lo sé, creo que recordarme día a día que es lo esencial, lo que alimenta mi alma. Solo cuando me encuentro bajo el sol y siento ese calor en mi frente todo vuelve a mí, por eso con estas líneas espero tenerlo más presente.
En los últimos meses, cada charla con mis amigos desemboco en nuestras frustraciones laborales, de pareja, con nuestras familias.  ¿Qué paso? Acaso la receta no era estudiar, ser buen hijo, ser buena pareja, ser buen profesional. Y ahí me di cuenta, nunca le di un rol fundamental al disfrute. ¿Porque tenía en mi cabeza que todo solo se ganaba a través del esfuerzo y sacrificio? ¿Acaso no había lugar para disfrutar? ¿Corríamos detrás de qué cosa? Ya ni sabía que era lo que perseguía.
Hace poco me encontré con mis cosas, mi casa, conmigo. No fue fácil, no es fácil. Hay días que no me reconozco, me asusto porque me pierdo. O quizás porque con lo que me encontré no era lo que esperaba. Como también hay días que agradezco y me doy cuenta de lo afortunada que soy.  En esos  días en donde me sentí plena, me di cuenta que los detalles fueron los que alimentaron mi sonrisa.
¿Pero por qué pierdo el foco si reconozco lo que me llena? ¿Qué es lo que no permite a mi cerebro aprender  esas rutinas?  Si fue capaz de aprender formulas de análisis matemático o explicaciones físicas de fenómenos de la naturaleza. ¿Por qué un simple hecho cuesta tanto?
A partir de las conversaciones con mis amigos me di cuenta que solo reaccionábamos con hecho muy trascendentales. Pero que solo brotaba en nosotros ese aire de cambio por un tiempo, y la mayoría de las veces sin  ser escuchado. ¨En las crisis no hay que tomar decisiones¨ lo escuche tantas veces. ¿Y si no es tan así? Si ahí es donde nuestro verdadero yo esta gritando para que lo escuchen. Tengo tantas preguntas. Ilusa yo; pensé que llegando a los 30 las cosas estarían más claras. Pero por el contrario solo tengo más preguntas y un poco más elaboradas a partir la información y  del vocabulario adquirido durante los años.  Pero siguen estando ahí.  Me olvide de entrenar a mis sentimientos, mis risas. La lucha conmigo se acrecentó, ¿por qué no me puedo reconciliar conmigo? ¿Qué tanto mal me hice? … Y sigo llenado las páginas de preguntas…
Todas esas cenas,  cafés con amigos seguían permitiéndome descifrar un poquito más como nos parábamos antes estas situaciones. Y el denominador común era la negación.
”Sé que tengo que cambiar…”
”El problema radica en que no tengo alguien con quien compartir, el día que lo encuentre me voy a sentir pleno…”
”Tengo que dejar de vivir en los mandatos de mi familia y permitirme hacer lo que quiero…”
”Soy estructurado, no encajo con cualquiera…”
Todos enfocando la mirada para afuera… ¿y hacia adentro?  ¿Asumíamos que tenia responsabilidad tanto yo como mi entorno? No lo creo. Eran sus crisis, mis crisis. ¿Por qué no me hago cargo de que soy un individuo y tengo poder sobre mí?
Lo sé, sigo llenado páginas de preguntas. No sé si alguna vez las voy a responder pero por lo menos quiero recordar. Volver a leer esto y recordar el día hoy, en el que me siento yo. Ese Yo que me gusta. Esto sería como una lista de supermercado, me hace recordar de las cosas que me hacen falta y necesito.